sábado, 8 de agosto de 2015

La Bañeza

Ya estoy preparado para ir a la Bañeza de este año, el domingo, que los sábados tarde noche tengo otras ocupaciones laborales, con poco que ver con las motos pero con otra de mis pasiones, el R&R.

Tendré que levantarme a eso de las 6 A.M para estar en Palencia a las 7`30 y desde ahí y con los colegas palentinos hacer rutilla hasta ese pueblo, que una vez al año se viste del siglo pasado para ofrecer un espectáculo que solo se puede ver de dos maneras, en algún viejo documental en B&N o en color si vas a verlo en directo.

No sera este viajecillo como a mi me gusta, llegar a las 8 o antes, dejar la burra en lo alto de la calle de boxes, sacar la cámara y pasear, calle abajo, mientras poco a poco cobra vida el paddok.

Esos bostezos con mirada de reojo a la maquina con la que van a competir, pensando en si se volverá a joder el encendido como el año pasado o este año se romperá el piñón del árbol del grupo cónico. Esos desayunos improvisados con un pie apoyado en la estribera de la vieja y noble OSSA.


Ese mirar a la pequeña estación meteorológica para intentar adivinar que temperatura, presión y humedad habrá cuando le toque salir a pista y atinar con la carburación buena, tan fina que vuele pero no tanto como para que gripe.
Tan amables siempre con los preguntones, encantados de explicar las ultimas modificaciones a los aficionados curiosos.


El ritual de vestirte el cuero y maldecir esos dos kilos que has cogido de mas este verano, que se van sumando, y pensar que cada día te pareces mas a una morcilla de burgos, y que para qué le taladraste tantos agujeros a las tapas del motor y frenos si en dos meriendas has eliminado esa ventaja.
Arrancar la moto... ya sea con arrancador o a la vieja escuela, saltando sobre ella mientras la das un buen empujón y una vez en marcha toquitear los tornillos de alta y baja esperando acertar en el sutil arte de carburar...


Esa mujer, novia o amancebada que mira en silencio a su hombre y no sabe distinguirlo de un niño pese a sus canas y lorzas pero que la da igual pues le ama por eso mismo, por llevar la inocencia de un infante en ese cuerpo que ya va cuesta abajo...

Luego empiezan las carreras, pero eso es otra historia, la de correr entre bordillos y farolas, a 40cm de los espectadores y ya os lo contare la próxima semana


Paco Villaverde

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